¿Por qué no me puedo llevar bien con mi hijo adolescente, por más que lo intento?

Hace más de 25 años que inicié mi práctica como psicoterapeuta, mi inexperiencia me llevaba a pensar que trabajar con niños y adolescentes era muy frustrante, porque a veces no se veían los avances y era muy fácil responsabilizar a los padres de todo lo que ocurría con sus hijos.

Sin embargo, la vida me fue poniendo en escenarios donde brindar acompañamiento emocional a niños y adolescentes era mi principal función.

Afortunadamente cayó en mis manos la obra de Francoise Doltó, psicoanalista especialista en niños que de una manera muy empática y profesional, explicaba que detrás del comportamiento de los padres de familia, hay un niño herido que no pudo resolver muchas situaciones de su propia infancia y adolescencia.

Éste hallazgo cambió por completo mi perspectiva sobre el trabajo psicoterapéutico a nivel familiar.

Tuve la oportunidad de brindar contención a niños y adolescentes mientras iniciaba un proceso terapéutico con sus padres, a más de dos décadas puedo decir que esta práctica me ha permitido lograr excelentes resultados.

En todos estos años me fui dando cuenta de todas las programaciones que recibimos desde que nacemos y que cuando nos convertimos en madres se las transmitimos tal cual a los hijos, sobre todo si no hemos tenido un proceso de cuestionarnos esas creencias, esos juicios, esas ideas que nos fueron inculcando y en muchas ocasiones generaron algunas heridas emocionales. 

Por ejemplo cuando era muy evidente que por ciertas ideas preconcebidas, como hijos nos llegamos a sentir no aceptados, no aprobados, podemos incluso experimentar la sensación de que tenemos que hacer grandes esfuerzos y convertirnos prácticamente en otra persona para que nuestros papás nos quieran. 

A esta vivencia también podríamos agregar algunos temas que vienen de generaciones previas, ahora llamados transgeneracionales, estos  tienen mucho que ver con lo que en el enfoque sistémico se llaman lealtades invisibles y que no es otra cosa más que asumir ciertos comportamientos por un amor inconsciente e incondicional a nuestro sistema familiar. En este caso por ejemplo,  nos podemos encontrar familias donde en todas las generaciones hay abortos, o en todas las generaciones hay algún suicidio, o bien todas las mujeres son abandonadas por una u otra circunstancia u otros patrones repetitivos. 

Éste tipo de eventos nos pueden generar mucha culpa, llevándonos a vivir constantemente en el drama y el victimismo,  por no contar con los recursos para trabajar y resolver estas heridas que pueden venir de la infancia, de la adolescencia o bien de nuestras generaciones anteriores.

Con este panorama, una alternativa ante esta irremediable situación de conflicto que se manifiesta una vez que llega la pre adolescencia y se intensifica con la adolescencia, es como decimos en México “tomar el toro por los cuernos”, armarnos de responsabilidad y con mucha valentía hacernos cargo de nuestras propias heridas emocionales.

Y personalmente creo que es mejor hacerlo por inspiración y no por desesperación, es decir encontrar los recursos necesarios para mejorar nuestra vida personal y familiar antes de que la situación se salga por completo de control.

Observar qué tanto eres como eres por complacer a las personas que te rodean, principalmente buscar la aprobación y el reconocimiento de tus padres, incluso si ya no están físicamente en este plano.

Te has preguntado ¿qué tanto de lo que haces lo realizas con la finalidad de qué los demás te quieran?

¿ Crees que los conflictos que tienes con tus hijos adolescentes tienen que ver sólo con la etapa que están viviendo?

¿ Sientes que día con día la comunicación es más difícil y la relación se está fracturando?

Si alguna de estas preguntas o todas te hacen sentido, es muy probable que una asignatura haya quedado pendiente en alguna etapa previa de tu vida o que un tema transgeneracional esté bloqueando tu firme intención de tener una buena relación con tu hijo adolescente.

¿Estás preparada?  El reto implica esa voluntad de regresar al SER maravilloso que es tu esencia, lo cual por supuesto implica un proceso de transformación, que puede ser como un gran despertar y significa que para lograr una transformación verdadera es imposible seguir siendo la misma persona. Tarea no sencilla, pero tampoco imposible. Lo único que requieres es que alguien que ya pasó por este trayecto y que ha acompañado a muchos otros a vivirlo, te guíe con las estrategias que si funcionan y te llevan directo al punto sin darle rodeos innecesarios.

Si crees que tu familia necesita apoyo de un experto, no dudes en buscar ayuda y recupera tu confianza en la forma de educar a tus hijos. 

Logra esa relación familiar que anhelas, rompe con los patrones de conflicto y  evita que tu familia se desintegre por completo. 

Estás a tiempo de ser la mamá líder que tus hijos están pidiendo a gritos.

Abrazos

Glendy

Close

50% Complete

Dos pasos

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore magna aliqua.